Neptuno en Tauro en la duodécima casa compuesta refleja una relación que está navegando profundamente en los mares del inconsciente y lo espiritual, aspirando a un sentido de seguridad y estabilidad emocional. Como pareja, están a punto de embarcarse en un viaje de transformación, muy arraigado en la creencia colectiva y la compatibilidad sensorial.

En este tránsito, la relación puede encontrarse con conceptos espirituales y esotéricos que hablen a la naturaleza terrenal y práctica que Tauro representa. Aquí, la magia se encuentra en lo mundano. Este tránsito exige una exploración humilde y devota de lo trascendental y lo tangible.

Sin embargo, este tránsito también puede ser confuso ya que Neptuno tiende a nublar, disolver y desdibujar las líneas. Hay que tener cuidado de no caer en desilusiones o engaños colectivos, las fantasías útiles pueden convertirse de repente en ilusiones destructivas.

La profundidad emocional de esto puede ser abrumadora a veces, pero no deben dejarse llevar por el miedo a lo desconocido. En lugar de resistirse a la corriente neptuniana, es recomendable aceptar su naturaleza mutable y fluida. Procesos tales como la meditación y la introspección podrían ser métodos efectivos para sortear estas aguas.

Las lecciones más valiosas de este tránsito podrían ser aprender a confiar en la intuición y a relajarse en la corriente de la vida, incluso cuando todo parece incierto. No se trata de luchar contra la corriente, sino de aprender a navegarla con sabiduría y gracia.

Por último, este período puede ser un tiempo de crecimiento y maduración espirituales. Al volverse más conscientes de los patrones y creencias subyacentes en la relación, pueden transformar lo que no funciona y nutrir lo que sí lo hace.

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