Cuando Saturno transita en Géminis y forma un trígono con Lilith natal en Virgo, se encuentra en un período astrológico interesante que invita a la reflexión y, a veces, a soltar una que otra risa sobre cómo la vida parece jugar al escondite con sus expectativas. Este aspecto busca equilibrar la seriedad de Saturno con la naturaleza indómita de Lilith, y al estar en signos de aire y tierra, respectivamente, es como intentar hacer malabares con libros de filosofía y herramientas de jardinería al mismo tiempo.

Primero, hablemos de Saturno en Géminis. Esta configuración le impulsa a estructurar y ordenar sus pensamientos y comunicaciones. Aunque a menudo se le puede ver como una persona que tiene un plan o una lista para todo, incluso para las actividades recreativas, esta es su forma de navegar por el mundo de manera eficiente. Sin embargo, al formar un trígono con Lilith en Virgo, se añade una capa extra de deseo por perfeccionar no solo sus pensamientos, sino también cómo estos se alinean con sus verdades más profundas y, a veces, más oscuras.

Lilith en Virgo le otorga una aguda percepción sobre las imperfecciones, tanto las propias como las de los demás. Pero recuerde, la perfección es como un horóscopo que promete un día sin complicaciones; es bonito en teoría pero raramente se materializa en la realidad. Este tránsito le invita a enfocarse en la mejora personal y a aceptar las imperfecciones como parte del proceso de crecimiento.

El trígono entre Saturno y Lilith puede resultar en un tiempo donde su disciplina y su deseo por rebelarse encuentran un campo común. Es como cuando decide seguir una dieta estricta pero termina haciendo trampa porque el pastel de chocolate le guiñó el ojo. Esta energía le pide que encuentre balance entre seguir las reglas y darse permiso de seguir sus instintos más salvajes de vez en cuando.

Durante este período, se favorece el desarrollo personal a través de la autoaceptación y el reconocimiento de sus verdaderas pasiones y deseos. Es un buen momento para cuestionar normas y estructuras, tanto internas como externas, y preguntarse si realmente sirven a su propósito de vida. La clave aquí es combinar la estructura con la flexibilidad, como hacer yoga con un traje: puede no ser lo habitual, pero definitivamente es una experiencia enriquecedora.

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